lunes, 26 de diciembre de 2016

"La inspiración en el viaje"

Desde hace unos años, la vida me ha ido demostrando mediante lecciones magistrales qué significa amar, respetar, añorar, soñar, desear, valorar, olvidar, luchar y llorar. Me ha ido ofreciendo reglas para apreciar el silencio, la alegría, la tranquilidad, la autonomía y la soledad. Y poco a poco, me va abasteciendo de aquello que en cada momento he necesitado o necesito aprender y saber para ir sobreviviendo en mis hazañas.

A través de ello, he observado, que esta vida pasajera en la que vivimos está formada mediante capítulos que van y vienen navegando por las aguas de nuestro mar, viéndose muy influenciados por los diversos timones que manejan nuestro barco, como pueden ser: la honestidad, la creatividad, la ética, la exigencia, la paciencia, el optimismo, la sinceridad, la lealtad, la organización, la voluntad, la superación, la constancia ante algo, u otras cosas, que van conformando nuestro ser. 

Ante ello, podría decir que mi ser, está forjado por una diversidad de capítulos, y que cada uno de ellos me ha ido enseñado algo distinto. Podría decir que, como si de un libro se tratase mi vida, a través de mis capítulos, voy dando forma, color y sentido a todo aquello que me rodea, eligiendo entre dar la vuelta a la página y seguir escribiendo hazañas complementarias o empezar un nuevo capítulo. Evidentemente, y como diría el anciano sabio, ni todos estos capítulos son lindas rosas, ni todas las flores tienen espinas.

Actualmente, mi historia se narra desde la objetividad de mis antiguas escrituras y la creación de una nueva que complementa lo que ya sé, llevándome a sentirme más segura y más satisfecha de mi día a día, dándome la oportunidad de escribir historias desde la creatividad del esfuerzo, la amistad, la constancia, el trabajo, la añoranza, el aprecio y el amor  por lo que hoy puedo ser, tener y vivir.

Mi último capítulo de este año, se ha forjado en tierras gallegas. Como si de un rompecabezas se tratase, y poco a poco, mis avances se han ido formándose a través del sentido que el amor da a la lucha de superar todo aquello que en este transcurso me ha ocurrido. He de echar la vista hacia atrás, para refrescar mí memoria y ver que fuí en búsqueda de autonomía y de superación persona a Santiago de Compostela. Que al llegar, no podía peinarme, vestirme, sentarme en el filo de una cama, no tenía fuerza en mis brazos, no movía mis piernas, no tenía apenas sensibilidad... No era capaz de hacer tantas cosas, pero, que poco a poco y como si de un lindo arcoíris en el cielo se tratase, cada parte de mi cuerpo iba tomando cada vez más sentido. Que con calma, la vida me sumergía en sensaciones que creía perdidas, llegando a conseguir parte de esos sueños que tanto había aullado entre llantos a la luna azul y que tantas noches mis sueños me habían desvelado por esos deseos de superación. Era todo tan surrealista como realista a la vez, que aún a día de hoy, tengo miedo despertar y que todo lo que he recuperado sea un simple sueño de esperanza.

Era tan difícil el creer volver a sentir que eres capaz de recoger un pañuelo del cuello que se ha caía al suelo. Era imposible poder experimentar ponerte un pantalón, una camiseta, una rebeca o chaqueta, un sujetador, unos calcetines, una zapatilla... por mí sola. Pero gracias a esta oportunidad que la vida me quiso dar, llegó a mí nuevas sensaciones que hacía años no sentía. He alcanzado metas que me han hecho sentirme dueña de mi propia vida, capaz de decidir por mí misma. Algo como poder llegar a un sitio y ponerte o quitarte una chaqueta porque te dé frío o calor, me ha hecho sentirme feliz.

Por ello no puedo evitar sentirme nostálgica por la partida de este lugar que me hizo evolucionar con vivencias llenas de historias donde la relación humana toma gran importancia y mi rumbo da un sentido de amistad, lucha, superación y agradecimiento por los que se me ofrecía y me ofrece en este instante la vida. Es inevitable sentir que mi garganta tiemble y se me nublan los ojos al saber que aún mi cuerpo puede dar más, pero mí economía no me impide luchar. Da dolor saber, que mi alma llora desconsolada, pues no sabe cuándo podrá volver a la tierra que le hace crecer. Pero a pesar de ello, he de vivir cada día, aprovechando la sabiduría de mi pasado, dejando que el futuro llegue en el tiempo adecuado, aunque ahora el cielo esté rasgado, se levante viento y el mar se vuelva picado, pues esto hará que el marinero se convierta en el capitán del barco y la felicidad llegue de la mano.

Por todo esto vivido, he de agradecer, a esos que cada día viven junto a mí todos los pasos que mi ser va dando en la orilla de este nuevo mar. A esos que me abrieron las puertas de su casa y me la ofrecieron como propia y ahora son  parte de mi familia. A esos que hacen, que mi estancia en Galicia sea liviana a través de su compañía y sus sonrisas. A esos que hacen que las olas de este mar sean más fáciles de navegar. A esos que me hicieron luchar  por un paso más hacia la libertad.

Gracias por dejarme sentir que nunca puedo olvidarme de sonreír,  pues ello dará paciencia para ver madurar los frutos que en mí vida están y poder así apreciar su dulzura. Dulzura que me dará el cambio de mi mundo.

La vida es tan incierta, que la felicidad debe ser aprovechada en cada momento que se presta, adorando todo aquello que se tiene, porque poco a poco todos los mares se serenan y todas las piezas de un puzle encajan.



martes, 25 de octubre de 2016

Mi cuerpo en la oscuridad pinta colores

En la vida, muchas veces nos encontramos en momentos donde nuestra propia superación nos permite situarnos en contextos novedosos, llenos de abismos sin resolver y muchas experiencias por vivir.

Hoy aquí, en este blog, quiero expresar mi nueva experiencia de superación, vivida gracias a mi rehabilitación y el nuevo pasito que he dado tanto a nivel físico como personal. Para ello, debo situarme y situaros en ese contexto de superación planteado lleno de abismo e incertidumbre formado por una sala de paredes blancas, gente alrededor, diverso muebles y una simple y compleja pelota de fitness amarilla en la cual me hayo sentada. Por primera vez, y desde hace 16 años, me siento en una superficie tan inestable que me hace sentirme ilusionada y me recuerda a cuando era pequeña e intentaba ponerme de pie en una colchoneta y las olas del mar me arrastraban de un lado a otro. Recuerdo que aquello era tan inestable que caí más de una vez por permanecer encima de ella, pero entonces, mi constancia y mi fuerza me ayudaron a conseguirlo. 

En ese momento, sentada en una simple y compleja pelota amarilla y tras navegar por mis recuerdos, la situación me hace estar entusiasmada, pero también me lleva a estar, en primera estancia, insegura de mi misma, tanto como si de una muñeca de trapo aposentada en un trozo de hilo tensado entre dos árboles se tratase, donde la inestabilidad del momento y el descontrol de mi contexto, me sumergen en el mundo del pánico, la desesperación y la impotencia. Mi mente se nubla, mi ser se vuelve mudo, mi visión me traiciona y mi sentido de escucha se agudiza cada vez más. Una situación llena de tensión y descontrol donde mí cuerpo no es responsable de nada de lo que en ese momento debe de ser.

Por un instante paso de un contexto de confort sentada en mi silla a una situación donde la búsqueda de supervivencia debe ser desarrollada para controlar el desbarajuste que la situación me crea.

Pero dentro de ese caos, un antifaz rojo se apodera de mis ojos y hace que el sentido de la visión se envuelva hacia mí, donde la oscuridad por un instante me hace encontrar la luz que me abre la puerta a la resolución del control de la situación. Me lleva a pararme en seco y reeducar mi mente para esta situación. Nace en mí las ganas de volver a vivir y me sitúo en medio de la nada con grandes explosiones de color que nacen de mis movimientos. Durante ese tiempo y sin esperarlo, mi cuerpo empieza a ser más controlado y a pensar y actuar por él mismo. Ese cóctel explosivo da color a mis movimientos que a su vez dan luz al abismo y la incertidumbre del momento, haciendo que resurja el dominio de mi cuerpo y poco a poco me vaya ensimismando en una calma interior que me ayuda a disfrutar y manejar el arte de los movimientos que mi cuerpo establece y así poder ser el aire en el viento.




Cada color, cada movimiento, me va haciendo sentir más segura de mí misma y de mí situación. Me hace luchar yo sola por sobrevivir. Me lleva a sentir que soy yo quien maneja los hilos de mi cuerpo para alcanzar la estabilidad necesaria para estar sentada en esa pelota, pues no sé ni donde están esos estímulos que antes visualizaba como ayuda y ni siquiera si hay alguien a mi alrededor para ayudarme. Solo la necesidad de supervivencia ante la ignorancia de lo que pueda haber detrás de ese antifaz hace que sea consciente de que puedo manejar la situación si actúo correctamente y en equilibrio con todo mi cuerpo encadenando cada movimiento y ejecución que en ese instante la situación me pide. Nace de nuevo en mí las ganas de revivir tras las oscuridad y el silencio de no saber que hay detrás de esa nada y viendo con una gran lupa toda aquellos movimientos llenos de tan puros colores que emanan de mí y me ofrece el objetivo de poder controlar mi propio cuerpo sentado en una hermosa pelota de fitness amarilla.

Vuelvo aprender a través de mi estancia aquí, que la dedicación a mis terapias y la involucración de mis terapeutas hacia el progreso de mi evolución, me hace crecer como persona y ganar más autonomía, siendo más responsable de todos los actos de mi cuerpo. Con esta actividad, además de ganar más en estabilidad de tronco, ser consciente de mis caderas y mis glúteos y la funciones que ejerce, fortalecer mis piernas, cuádriceps,...entre otras funciones que unidas hacen que mi estabilidad sea más estable, me lleva a obtener una aprendizaje emocional, donde me demuestra que en realidad el abismo era la ignorancia de no saber que en mi interior está siempre la resolución ante un problema.  Que a veces, entre tanta tormenta, es necesario cerrar los ojos para escuchar lo que nuestro cuerpo quiere contarnos para hallar nuestro camino, siendo nosotros mismos los que manejemos los hilos de nuestro cuerpo, para así, hacernos un verdadero artista de nuestro propio destino, escuchando con el alma la experiencia de las vivencias de nuestro corazón y el razonamiento de nuestro cuerpo y mente, y así, sea cual sea nuestra situación, podamos obtener una bella superación. Porque como bien dijo Gandhi "tenemos que ser nosotros las expresión de nuestra preposición".

Por último, quiero dar las gracias de nuevo a todos y cada una de las personas que posibilitan que este aquí viviendo cada una de estas experiencias y a ese duendecillo que en un momento de mi sección me puso un antifaz y me hizo volar entre las diversas sensaciones de mi cuerpo y la satisfacción de mi mundo fantástico de libertad, recordándome en silencio que hay que inculcar el arte de aprender a pensar deteniéndose en los detalles mínimos del cuerpo, porque aprender sin pensar es un trabajo ausente.

De nuevo la vida me susurra que cuando escucho lo que hay en mí interior, mí pecho se me encoge y una idea de luz me expande al mundo dándome color y movimiento a todo lo que me rodea, llevado con el vaivén de mí respiración. 



miércoles, 5 de octubre de 2016

"Nuestra mente solo nos muestra aquello que queremos ver"

Quizás, para llegar a ver la belleza de nuestras acciones, hace falta que el ser humano pare por un instante su tiempo y solo se centre en aquello que hay que llevar a cabo para una acción, por ejemplo, si preguntara a cualquier persona que pensara qué partes de su cuerpo se activan antes o después de rascarse la nariz, la mayoría de nosotros no sabríamos responder de inmediato a dicha pregunta, deberíamos pararnos y observar cuáles son.  

Pero... así es la vida donde el ser humanos aprendemos hacer cosas automáticas sin tener presente la ejecución de una acción, si no el resultado.  

Tras realizar mis terapias y reflexionar sobre lo importante que es saber qué pasos debes dar para realizar cualquier movimiento, en mi mente empieza aparecer una marabunta de ideas y emociones de las que sumergen en una serie de palabras que cobran un sentido para llevar a cabo. Ellas son:

La sensación, entendido como el sentimiento que experimentamos como respuesta a la información recibida a través de nuestros órganos sensoriales.
La propiocepción, que es el sentido que nos proporciona información sobre el movimiento de las distintas partes del cuerpo y de su posición en el espacio, y estos receptores sensoriales se localizan en las articulaciones y en los músculos.
La percepción, una función que posibilita al organismo recibir, procesar e interpretar la información que llega desde el exterior valiéndose de los sentidos.
La percepción tenida en cuenta como la organizadora del celebro en la información sensorial nos dice que esta es más que lo que vemos, oímos, sentimos, saboreamos, u olemos. Es el significado que damos a la sensaciones, llegando este significado a través de cómo organiza nuestro cerebro la información que proviene de nuestros sentidos. Somos capaces de organizar la información sensorial según diferentes características:
La ley de continuidad, según la cual nuestra mente continúa en la dirección sugerida por el estimulo.
La ley de proximidad, donde agrupamos elementos que se encuentran cerca uno del otro.
La ley de semejanza, en la cual agrupamos elementos parecidos.
La ley del cierre, donde completamos configuraciones incompletas.
El umbral entendido como la cantidad mínima de señal que ha de estar presente para ser registrada por un sistema, es la base de la exploración de las sensibilidades (táctil, olfatoria, visual o auditiva). Es la menor cantidad de estímulo, que tiene un 50% de probabilidades de ser detectado por nosotros. Y por tanto, un estímulo ocasional de una transmisión de un impulso nervioso, mediante una mínima reacción.
Y el tiempo tenido en cuenta como la magnitud a tener en cuenta cuando queremos medir duración o separación de acontecimientos, que están sujetos a cambio y de aquellos que están sometidos a observación. Es el período que transcurre entre el estado de una acción que se va a llevar a cabo y el instante en el que esa acción es registrada como una variación que percibe el observador. El tiempo permite ordenar los sucesos en secuencias, estableciendo un pasado, un futuro y un presente.
Hoy, en mi terapia, me he podido observar el proceso que debe de hacer mi brazo para poder llevar a cabo acciones como rascarme la cabeza, tocarme la barriga, la oreja, entre otras... cuyas acciones son propias de movimientos habituales que se realizan inconscientemente y que me hacen experimentar momentos frustrantes y estimulantes.

Momentos frustrantes porque siento una respuesta emocional de impotencia que va recorriendo mi cuerpo hasta llegar a mi mente, al intentar observar la realización de un movimiento, sin saber qué sentido debo tener para hacerlo, pues cuando podía llevarlo a cabo sin limitación nunca me detuve en hacerlo. Es una frustración interna con objetivos contrapuestos que interfiere entre lo que quiero hacer (la realización de una acción) y cómo puedo llevarlo a cabo según todo lo que forma mi brazo. Esto va generando en mí una disonancia cognitiva porque lleva a plantearme la importancia de la parada de los segundos que un movimiento debe tener para ver la reflexión del encadenamiento de sus músculos y las articulaciones que lo componen. Al mismo tiempo, la situación se hace estimulante, porque hace que surja en mi un reajuste cognitivo que me lleva a ver más claro dónde está la esencia de hacer un buen movimiento, dónde realizo una compensación que me lleva a realizar una mala ejecución, así como me hace notar, que la desaparición del movimiento no es por ausencia de este, sino, de ser incompatible unos movimientos con otros.

Es difícil para mí llegar al equilibrio mental donde puedas ver todo ese conjunto de acciones o situaciones que me hagan reflexionar sobre el mal hábito de una acción, sobre todo cuando estoy haciendo una compensación. Pero durante y después de la actividad, mi mente divaga entre las diversas sensaciones encontradas durante la actividad, intentando encontrar un sentido a una ejecución automática mediante la construcción de un brainstorming. Este brainstorming, da como resultado, que una acción a realizar, por ejemplo, colocar mi mano derecha en mi hombro izquierdo, será mejor llevada si está se ciñe a tener presente el tiempo que hay que tener en cuenta en la sensación, propiocepción, percepción y el umbral de dicha acción. Es decir, que si tengo controlado esos pasos, será más fácil realizar el movimiento o acción deseada.

Todo ello, cobra vida en mi interior haciéndome conocer mejor mi propio cuerpo y la ejecución de una buena acción, con el objetivo de poder así eliminar malos hábitos aprendidos en cualquier movimiento. Me lleva a descubrir que lo que creo que no está, realmente no es así, si no que es camuflado por una compensación y una mala sensación, propiocepción, percepción y umbral de una cadena de pasos que lleva una acción.

Siento que todo el proceso de hoy despertó aun más en mí la visualización y corrección de esas compensaciones inadecuadas. Me hace abrir mi campo visual y extrapolar dicho conocimiento a todos mis movimientos para que mi cuerpo pueda evolucionar hacia una estancia mejor.   


Con ello, también me hace aprender que el ser humano no es nada perfecto y que no es tan listo como se cree, pues se le escapa muchas cosas que valorar cuando mejor puede y las admira cuando más trabajo le cuesta realizarlas. Que somos ignorantes hasta de los movimientos más simples que nos sostiene. Que en esta vida se puede aprender hasta de la ejecución que realizamos al rascarnos la nariz y que la vida se envuelve solo de aquello que tu quieres ver y ser. 


miércoles, 13 de julio de 2016

"Aprendiendo a mirar donde ya mire y tratando ver lo que aún no vi"

Después de unas sesiones más de aprendizaje en este camino que estoy recorriendo, mi mente divaga entre los recuerdos de sesiones de diversas terapias y me lleva a recordar que a veces algo que se ha llevado a cabo de la misma manera siempre, no quiere decir que sea la forma correcta, ni que no existan mejores maneras de llevarlo.  Junto a ello  acude a mi mente mi mente por un instante la frase del poeta y escritor Pablo Neruda "El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas de su error" .

Tras este pensamiento, empiezo a dar valor y significado a esa frustración que en ese mismo instante había sentido, debido a mis propios impedimentos para llevar a cabo el estiramiento de mi brazo mientras estaba tumbada en una camilla, o mediante la ejecución de mantener erguida mi espalda mientras me mantengo de pie en el plano o sentada en la silla sin respaldo, o cuando realizo descargas de peso sobre mis codos mientras estoy sentada en una camilla...

Imagina por un momento una habitación situada al final de un pasillo con una puerta en gris, esa puerta se abre y en su interior se encuentra: una mesa rectangular en el centro, donde hay gente a tu alrededor trabajando, junto a ella una camilla pegada a una pared blanca y en ella, en la camilla, tu cuerpo recostado bocarriba. Como buen espectador, observas y percibes que dentro de la habitación hay varios estímulos de distracción (ruido, fotos, conversaciones...)  pero en ese preciso instante, el contexto que habita a su alrededor desaparece, quedando solo la presencia de la visualización de tu cuerpo recostado en la camilla, una voz que te susurra la ejecución que debes hacer con tu brazo y la percepción y visualización de la ejecución del movimiento a realizar.

Esa, precisamente esa concentración y esfuerzo mental que acabas de hacer, es el que debo de llevar a cabo mediante mi actividad muscular. Debo de ver cómo cada uno de mis músculos hilvanan uno por uno en la ejecución de un movimiento, en ese mismo lugar y en esa misma camilla. Esa observación guiada desde lo más profundo de la ejecución del movimiento hasta el más perceptivo, que es la ejecución del movimiento, da sentido a todas aquellas limitaciones que habitan en mí como un hábito automatizado, haciéndome ver y llevar a cabo el movimiento que realmente debo ejecutar, a través del aprendizaje explicito e implícito (consciente e inconsciente) de aquello que hice bien o hice mal. 

De nuevo, la vida me ofrece un paréntesis de reflexión y de detención del tiempo, donde permite ser espectadora y protagonista de la observación de mi interior, donde la serena voz que desde el exterior, y ajena a mí  y a mi ser, me guía, va calmándome la ansiedad que habitaba en mí ante el proceso al que me enfrento, cultivando la verdadera semilla que hay que plantar para poder obtener una buen ejecución del movimiento que ese momento realizo, mediante la consciencia de aquellos pasos que he de seguir y actos que juegan como un hándicap, para llegar hacia un objetivo.

Con ello, a través de la percepción de mis errores, mi ser va aprendiendo, que a veces la vida va del revés, y que debemos pararnos en el momento y observar, que no se debe ser precipitado, porque el correr te puede hacer olvidar no solo donde estas y que debes de hacer, sino, hacia dónde vas.  Que el llegar a realizar una acción (poner un vaso en una mesa, una foto en una repisa...) no es solo depositar o hacer aquello que queremos, si no, que el proceso de acción tiene más o igual importancia que el llegar a cabo el objetivo marcado.  

Todo ello se extrapola en esta aventura, y se convierte en el dialecto de mi cuerpo para así llegar a obtener una verdadera realidad en mi mundo actual.  Me hace ver dónde está la ciencia de la evolución y la superación, el aprendizaje y el valor. Me guía en mi hazañas, haciendo ver que el comienzo no tiene porque ser perfecto, pero que tiene que existir un comienzo para que ocurra algo bueno.

Además, durante esta aventura, me doy cuenta de que lo imposible en esta vida, es solo aquello que el ser humano no intenta hacer, es decir, el ser humano tiene la capacidad de poder cambiar su acción mediante el cambio del pensamiento y con ello hacer un reajuste en su destino, haciendo de aquello que no se hacía, que se pueda hacer.  Por ejemplo yo he pasado de no poder peinarme a peinarme sola, de no poder vestirme sola de arriba a vestirme, de no saber que podía sentarme sin apoyos a sentarme, de no poder coger y lanzar una pelota a lanzarla, de no tener fuerza en mis brazos a tenerla, de no saber bajar mis pies de los posapies a bajarlos e intentar subirlos y colocarlos, de no desmontar mi silla a hacerlo y montarla... de tantos no saber he pasado a saber por el  simple hecho de mi propia exposición y reeducación. Mediante la observación de la esencia de aquello que quiero hacer., porque a veces la presencia de un gesto, una palabra o una pequeña mueca de tu cuerpo hace que te cambie el resto de tus días.

Como bien dijo Gandhi "Cuida tus pensamientos porque se convertirán en actos. Cuida tus actos porque se harán costumbres. Cuida tus costumbres porque formaran tu carácter. Cuida tu carácter pues establecerá tu destino. Cuida tu destino porque será tu vida"


domingo, 19 de junio de 2016

"La calma tras una postura"


Inicio mi sesión de terapia ocupacional con una meta clara para mi terapeuta, posicionarme de la misma manera que cuando un bebé intenta gatear, es decir, en postura cuadrupeda sobre una camilla. En ese momento mi mente se llena de dudas y preguntas de si realmente seré capaz de experimentar eso. Es una postura que en mi mente está clara su visualización, pero...  la sensación de mi cuerpo es tan difusa para mi,  pues desde hace quince años y cinco meses mi cuerpo no se posiciona así, y mis músculos no recuerdan esa sensación y por ello, la duda surge de inmediato en mi. Pero sin mediar más palabra y sin llegar a evaluarme más si si o si no, et voilá!!! de repente, la sensación ausente se convirtió en presente. Por unos instantes aquello que sólo se presenciaba en mí mente, ahora era algo real.  Por sorprendente que me pareciera, lo estaba viviendo, no era un sueño. Mis rodillas flexionadas, mi glúteos apontocados en la planta de mis pies, mi tronco junto a mi pelvis y mí contracción abdominal, de brazos, de piernas... hacen que lentamente y con ayuda, me vea posicionada en esa postura que de la nada emergió. Y así en ella, poco a poco, se va desplazando hacia adelante y hacia atrás mi cuerpo, dando el movimiento que desde hace años no había vuelto a experimentar.

Así, poco a poco, la situación me invade llenando el momento de esfuerzo y plenitud y haciéndome ver que todo ser humanos que tenga presente todo lo que su mente pueda concebir, todo su cuerpo lo podrá conquistar.

Hoy día 19 de mayo, de nuevo, he vuelto a realizar esa misma posición. Durante ella mi mente fue divagando por cada una de las sensaciones que iban marcando la situación, evaluando cada postura y cada movimiento desde el principio hasta el final.

Durante ese momento, he podido percibir, como el inicio de la atención hacia la acción que quería realizar (por ejemplo el de balancear mi cuerpo hacia delante) hasta que mi cuerpo reaccionara e intentara avanzar hacia la dirección que en ese momento quería posicionar. Notaba como cada músculo poco a poco y mediante el aguante de la resistencia del esfuerzo, iba involucrando cada vez más partes de mi cuerpo para ir hacia donde quería ir, llevándome a experimentar sensaciones dulces y amargas, selladas por el querer y el poder, por el hacer y el no poder y por la ilusión y el esfuerzo de la superación. Sensaciones, que se mecían con el cantar de mi inhalación y exhasalación dando paso a momentos en los cuales yo era quien tomaba las riendas de la situación.     

Durante esta postura, en los momentos donde mi espalda y cabeza debían situarse en la posición que era más adecuada, es decir, cuando se tenía que mantener recta la espalda y hacia arriba la cabeza, para con ello optar a posicionar la curva correcta de nuestra espalda. De esta forma podía sentir cómo cada uno de mis músculos iban posicionándose progresivamente tomando su relevancia en los momentos adecuados, dando así paso a un dolor placentero por toda mi columna, desde el 
cóccix hasta la última vértebra cervical, tomando un gran protagonismo la estabilidad de dicha postura y notando por un momento que mis brazos son más livianos con la contención de mi peso.

Después de esta experiencia, al volver a la posición inicial (sentada en la camilla), mi cuerpo se veía sumergido en un estado de calma. Podía sentir que mi tronco no pesaba, que mis brazos tampoco y que por ello, todos mis movimientos en ese momento eran más fluidos. Notaba como si mi tronco estuviese más erguido y más fuerte. Mi ser en ese instante levitaba suavemente en un estado donde la fragancia de un esfuerzo daba como resultado a mi cuerpo la misma armonía y sencillez que obtiene una pluma al caer.

Pero además de ver y percibir las sensaciones de bienestar y esfuerzo, con esta reflexión, he podido ver dónde están las carencias de mi cuerpo para mejorar. Ahora, aún soy más consciente de la debilidad de mi lado derecho y la fortaleza de mi lado izquierdo, haciéndome más consciente de qué lado debo estar más pendiente en ejercitar la próxima vez. Me hace plantearme la manera de posicionarme para que equilibre la posición de mis brazos y realice un trabajo equitativo con ambos. Así como que realmente el movimiento se lleva a cabo mediante la permanencia de un esfuerzo continuo de resistencia en los músculos, y no sólo de una descarga de impulso y de la ejecución de una acción.


Y he aquí,  una  reflexión, de una de mis sesiones, donde la creatividad de la actividad y la valentía de llevarla a cabo hace que emanen en mí tanta diversidad de emociones y sensaciones, haciéndome que valore aún más la aventura que estoy viviendo. Por lo que en este mundo, hay que tener en cuenta, que, que es bonito disfrutar de las cosas pequeñas que la vida nos va deparando, porque llega un día y te das cuenta que esas cosas que creías más pequeñas, en realidad son las más grandes de tu vida.  Porque como dicen los sabios... para ser grande antes tienes que ser pequeño e ir creciendo ante las adversidades.


sábado, 4 de junio de 2016

" En la vida, no se cuentan los pasos que has dado, sino, las huellas que se han dejado en el camino"


 Desde mi lesión, mis ojos siempre se han fijado en todas aquellas personas que veía ante mí. Me fijaba en sus movimientos, en la contracción de sus músculos al levantarse de una silla, al coger un vaso, al peinarse, al recoger un objeto del suelo...

Comparaba y aún comparo, el aprendizaje de un niño, en sus primeros meses de vida,  con el de una persona como yo que padece limitaciones físicas en la habilidades cotidianas, y que se ve sometida a la reeducación de sus movimientos para llegar a conseguir habilidades tales como mantenerse sentada, manipular libremente sus brazos mientras sujeta un objeto, poder movilizar las piernas en el pedaleo de una bicicleta... Como si del  juego de las 7 diferencias se tratase, cuando me detengo en esa observación, percibo dónde está el límite de la superación entre ese niño inocente y yo. Aunque a simple vista se vea como algo ilógico esta comparación, creo que es bastante coherente, pues ambos de una manera u otra estamos comenzando a vivir en un contexto donde hay que luchar para vivir de la mejor manera posible la hazañas de nuestra historia.  

Entre estas diferencias, se encuentran: que el niño no es consciente del miedo y de ahí que no tenga límite, y que yo sin embargo, soy consciente del miedo y eso me hace tener vigente mis limitaciones, que el niño es arriesgado y juega con la ignorancia de no conocer que es el dolor al caer, y yo por el contrario, sé que es el dolor y por tanto que es caer, haciendo que la conciencia de ello esté  presente en mi juego.

Todo esto, hace que la consolidación de una situación sea más compleja en mi reeducación que en el aprendizaje espontaneo de un niño.

Pero... ¿por qué la consolidación de este aprendizaje es tan compleja?... ¿Cuántas son las cosas que dejamos de hacer por miedo y por ello vivimos en la ausencia del aprender de la vida? ¿Dónde está el límite de superación y aprendizaje de uno mismo?, ¿está en la tinieblas de lo que creemos que podemos hacer o no hacer?,  ¿en el conocimiento del miedo y el dolor?, ¿está en la ignorancia del no saber? o ¿en la sobre protección hacia ti?

Tras esta tormenta de peguntas, he podido tener en cuenta, durante los casi 7 meses que llevo viviendo esta aventura, y a través de la observación de mi misma, que en ocasiones he sido víctima de mi propio desconocimiento hacia la verdadera estatura que tienen las cosas, haciéndome una ignorante de mi propia independencia. Que he llegado a ser dependiente de una persona en una situación que podía perfectamente controlar y manejar por mí misma, por el hecho de creer que no podía hacer una acción (por ejemplo colocarme los pies, sentarme al borde de una cama, recogerme el pelo, llegar al alcance de un objeto...) antes de probar hacerla o por la simpleza de la comodidad. Que en algunas ocasiones, me he dejado llevar por la protección de la burbuja del amor familiar, en el que te dejas mimar y no luchas frente a la marea de tu espacio hacia la independencia, ganando la rapidez al dejar que te realicen una tarea concreta, dejando así escapar la satisfacción de realizar las cosas por una misma y de la manera que solo una persona desear hacer. Que no he tenido presente, que el ser humano ha de ser víctima  de creer que debe ser perfecto,  para cometer así errores y a través de ellos aprender. Que no me he dejado ganar ante la imposición de la protección, haciéndome a mí misma un ser vulnerable ante la mejoría de mi propia evolución.  
 
Pero hoy, siendo mis músculos los propios protagonistas de mi visualización a través de un espejo mediante mi rehabilitación, dejo fuera el miedo al dolor, la sobreprotección y la sumisión, y  me sitúo frente a frente a mi limitación, para que en ese preciso instante, mientras veo el movimiento, pueda consolidar más información de la movilidad de todo mi cuerpo, para así, dar la importancia no sólo a lo que he hecho, sino, a lo que conlleva esa acción. Porque gracias a esa integración y exposición diaria,  puedo ejecutar más movimientos con mis brazos, mi tronco, mis piernas... que me lleva a mejorar la forma de desvestirme y vestirme con más soltura que antes, reorganizar mejor mis alcances hacia un objeto, poner y quitar el posabrazo de mi silla, asearme sin necesitar tanto apoyo de los demás, de ser más consciente de la colocación de mi cuerpo y colocar en una mejor posición mi pie o cadera..., es decir, soy capaz de ir contando los pequeños pasos que dejan huella en este camino andado hasta ahora, para obtener una mejor autonomía.  Soy capaz de observar mi evolución a nivel físico y mental que me lleva a avanzar.

Pero a pesar de toda mi evolución hasta ahora, y de la enorme satisfacción que siento por mis progresos alcanzados,  hay que ser realistas y tener presente que es muy rápido pensar en mejorar, pero no lo es tanto en hacerlo notar. Que es muy fácil soñar con ser más independiente en tu día a día, pero que cuesta y dura más conseguir alcanzar ese sueño, y así se puedes ver con objetividad, la esencia de mi propia realidad. 


Por tanto, he de seguir este camino al que aún le quedan muchos piedras que superar, teniendo en cuenta que... "la fuerza de luchar por aquello que quieres alcanzar, no proviene de la capacidad física que tengas, sino, de la voluntad indomable que maneje tu alma para aquello que quieres lograr".



Besos desde Galicia

domingo, 10 de abril de 2016

"La reflexión es la esencia de lo que fue vivido y asimilado"

Sentada delante de mi ordenador, intento calmar mí mente para ser capaz de describir, con la mayor realidad posible, mis pasos en esta clínica gallega. Mi mente divaga a través de mis pensamientos, que narran mis momentos vividos, para intentar resumir, con humildes palabras, las pisadas dadas en mi tratamiento.


Para ello, me surgen preguntas tales como: ¿Cómo empezar a narrar una sensación compleja de un progreso que no ves? ¿Qué palabras son las más adecuadas para describir la situación actual en la que me encuentro? ¿Cómo hacer llegar la realidad de la situación sin alterarla?

Son preguntas que renacen en mi, al escribir y querer compartir con el resto del mundo aquello que hoy me hace sentir más viva y capaz de valorar todo aquello que me rodea.

Actualmente me encuentro en un estado donde realizo exhaustivas evaluaciones sobre mí misma y quién soy. Sobre lo que soy capaz de hacer y lo que no hago y pudiera hacer. Me siento y aprendo día a día a observar la ejecución de un buen movimiento, como un verdadero detective en la escena de un crimen, teniendo una estimulación externa e interna que me hace ser cautelosa, realista y crítica con mi observación.

Pero a pesar de ello, he de reconocer que me es difícil plasmar mi progreso mediante palabras. Que me es difícil evaluarme sin ser injusta con mí evolución y sin cometer incorrecciones en esta descripción.

Estos días atrás, me he centrado en hablar de mis cambios a nivel perceptivo y en el conocimiento de esos músculos existentes físicamente en mi cuerpo, pero que han estado ausentes en mi proceso de ejecución hasta ahora. Músculos que se asemejan a aves fénix renaciendo de sus propias cenizas que permiten que realice actos que antes no podía realizar.

Hoy, he de seguir hablando de la percepción y conocimiento de mis músculos, junto con la coordinación del movimiento y su aparición en mis pensamientos. Para ello, he de empezar dando el significado de lo que es para mí la coordinación del movimiento y el pensamiento de mi conciencia, pues son las protagonistas que hacen que día a día, mi estructura vaya evolucionando y todo lo que me rodea tome un sentido.

Cuando hablo de coordinación, hablo de una ejecución que conecta medios, esfuerzos, movimientos etc., para llevar a cabo una acción común. Es una capacidad de los músculos para sincronizar una trayectoria y un movimiento, donde juega una gran importancia la intención de realizar la acción, mediante una contracción de diversidad muscular y la participación del cerebro, en el inicio y final de dicha operación.  De ahí la importancia del pensamiento y la conciencia.

Todo ello,  hace que  me plantee la  siguiente pregunta.... ¿y el pensamiento?.... Pues según lo veo yo, es todo aquello que se hace a través de una visualización mental de una situación. Es aquello que trae la existencia de todo lo que da sentido a nuestra mente. Es la activación de la racionalidad de un movimiento imaginado y sentido como ejecutado. Es algo racional, creativo y artístico, que se opera mediante nuestro conceptos, razonamientos y aprendizajes.

Esto es para mí la coordinación y el pensamiento.

Y diréis, ¿qué aportan la coordinación y el pensamiento a mi rehabilitación?... pues diría que me sumerge a una evaluación correcta de mi misma y de la ejecución de un movimiento. A un gran conocimiento de mi ser interior para poder reflejarlo en un simple movimiento de un brazo, una mano, un giro de muñeca, un movimiento de pie, un estiramiento de mi tronco... Hace que pueda moldear una situación donde por un instante mi mundo se para y me dejo llevar por un diálogo entre mi mente y mi cuerpo donde florece y se forja una acción. Una acción que voy marcando con los ritmos de mi corazón. Ritmos que van sonando desde la rabia, el coraje, la impotencia y la insatisfacción del duro comienzo de la nada a la conciencia de ser algo;  hasta una calma que está velada por la crítica constructiva que me hace componer la melodía de la recompensación mediante el esfuerzo y la satisfacción. 

Te invito a que experimentes esa sensación, observando que le ocurre a tu cuerpo en la una ejecución de un movimiento, mientras permaneces leyendo en tu ordenador, tu móvil  o tu tablet,  esta historia que te narro. Desde esa posición en la que te encuentras, sitúate y piensa que tu brazo izquierdo (si eres zurdo) o tu brazo derecho (si eres diestro), no lo puedes manejar, solo puedes usar la mano y brazo contrario que hasta ahora tu manejas habitualmente. Una vez mentalizado, intenta coger un objeto que este situado al lado contrario del brazo que decidiste que ibas a mover. Durante este proceso debes detenerte en pensar cómo vas a realizar los diversos movimientos que harán que tu brazo y tu mano sigan llevando a cabo esa acción.

Eso, precisamente eso, es lo que hace que llegue a la ejecución de una acción. Un ejemplo de ello lo veo al sentarme en el filo de una camilla o en un banco de madera, con mis pies apontocados en el suelo, sintiendo el contacto con el suelo, como si de una dulce caricia se tratase, a la misma vez que evalúo y siento mis piernas, mi cadera, mi abdomen, mis pectorales, mi cuello, mis brazos, mis manos y todo mi ser, sumergidos en el debate de una coordinación del movimiento y mi pensamiento; para combatir la lucha por sobrevivir a la gravedad del contexto y saborear la libertad del movimiento.  

Pero esto no es de hoy a mañana. No es algo que se piensa y sale. Ni es fácil de ver, evaluar, o sentir... No, no lo es. Hay días en que me siento incapaz de realizar un ejercicio, una acción, una tarea... Hay momentos en el que el miedo y el bloqueo por segundos o minutos, que se hacen presentes en mi mente, y me  juegan  malas pasadas. Y hay otros momentos donde esa situación hace que mi mente gire y de repente por alguien o por algo externo hace que mane, de mi interior unas sensaciones que me trasladan a la experiencia que habita en mi interior, y puedo ver que la verdadera libertad  se obtiene  cuando comienzas a comprender quien eres y lo que puedes llegar a ser, y eso solo se alcanza con nuestra superación. Con ello empiezas a ver la sencillez de la felicidad, gracias a un simple ejercicio y a una dura evaluación.

Porque la vida a veces duele, a veces cansa y a veces hiere. Porque la vida no es fácil, no es coherente, no es perfecta, ni es eterna. Pero a pesar de ello... la vida es bella y hay que vivirla, buscando la felicidad, con la ausencia de nuestros miedos. Y así, nuestros pequeñas acciones, serán nuestros grandes proyectos. En mi caso mi pequeña acción es la conciencia y el debate de estabilizar conscientemente  todos los músculos que componen mi espalda para dejar sueltos mis brazos y poder manipularlos sin tensión ni compensación en la ejecución de una acción, los cuales van tomando cada día más relevancia, ser capaz de ir dando fuerza y coordinación a los movimientos que durante mi evolución vayan surgiendo,  para que ello se convierta en una  acción automatizada y así alcanzar mi gran proyecto, conseguir la nueva reeducación de mi cuerpo.

Pero como todo en esta vida, para avanzar en mi desarrollo personal, tendré que  lanzarme al mar, y así mi barco aprenderá a navegar. 

Hoy, viajando en  mi interior, he podido observar que no es fácil reeducar un cuerpo que desde hace 15 años vive sumido en una costumbre y en unas hazañas para sobrevivir. Que lo que creemos que no podemos hacer, es simplemente un límite que nuestra conciencia utiliza para negar una acción que ni ella misma sabe que podría hacer.

He podido reparar en que al pararse a pensar y evaluar, con mayor realidad, aquello que realmente no hacemos, encuentro respuestas para esto. Puede ser porque realmente no lo sabemos hacer, porque no tenemos las herramientas suficientes para llevarlo a cabo, o porque ni si quiera pensaste en hacer, pues total ya te lo hacen. Es decir, el ser humano siempre busca una escusa, real o ficticia, para excusarnos de aquello que ni si quiera hemos intentado hacer. En nuestra mano esta cambiar ese proceso de nuestro camino. Porque...




                                                                                                  

jueves, 28 de enero de 2016

Una huella en el camino

Tras pasar mis vacaciones de navidad en mi ciudad natal, rodeada de amigos, familiares y conocidos, he vuelto a Galicia para continuar con mi desafío, llena de fuerza e ilusión.

En estas primeras semanas, tras el comienzo de este año, he podido evaluar el progreso de lo aprendido hasta ahora, de mi evolución, y he de decir que los resultados han sido favorables, obteniendo como recompensa el simple hecho de ser hoy yo quien controla los movimientos de una acción, como puede ser un alcance hacia algún objeto situado fuera de la línea media de mi estabilidad del tronco, ser más responsable de mantener una alineación adecuada en la ejecución de acciones, el obtener más sensibilidad y percepción de movimientos en mis brazos y piernas... dando así un paso hacia el progreso y hacia la gran lucha de mí vida quitando los miedos del abismo y recogiendo la satisfacción por un trabajo bien organizado y realizado.

Con esta gran aventura y desde mi barquito, me estoy abriendo a un periodo de contacto, en el que me voy dando cuenta, que he de tener confianza en mí misma para llegar a conseguir aquello por lo que día a día voy luchando, pues ello es lo que me hace y me hará enfrentarme a cualquier impedimento, tanto objetivo como subjetivo, que pueda surgir en mi camino, disolviéndolo sorbo a sorbo y aprendiendo sobre ello. Aprendo que la poca convicción no lleva a una evolución y que la imaginación y la ganas traen consigo un día de inspiración.

Por ello, tras mi regreso, he de decir que mi alma ríe por estar de nuevo en la ciudad que poco a poco me va dando la oportunidad de progresar y de volver a renacer con un nuevo amanecer cada mañana, lleno de color sabor y amor.  

He aquí, mis emociones al viento en plena batalla, entre la lucha de la esperanza y la constancia. He aquí mi creencia de que todo sacrificio tiene su recompensa y que toda recompensa tiene su aprendizaje.

Que no es fácil mirarse a los ojos para poder andar los pasos que me hacen entrelazar mi deseo y mi realidad, pero me hace sentirme capaz de seguir y evolucionar hacia la obtención de una mejora personal, que me hace experimentar que soy capaz de manejar la coordinación de mis movimientos y mi emoción.

Dichosas semanas, que me permiten aflorar en mí el deseo de seguir con mi lucha. Gracias a aquellos que siguen apoyando esta causa, a aquellos que participan en la evolución de mi proyecto personal, pues nuca he de olvidar que si vivo esto es gracias a la humanidad y la sensibilidad que todos ustedes me vais aportando. Gracias por regalarme el camino hacia la evolución. Gracias por dejarme sentir el calor del esfuerzo y la satisfacción. 

Pero permitidme también agradecer a aquellos que día a día viven mis pequeños pasos, a aquellos que sacan de mis adentros el ave Fénix que llevo dentro, a aquellos otros que hacen que emprenda de nuevo un vuelo, mis terapeutas, mi familia y mis amigos.




Y una vez detenido el tiempo en esta reflexión sobre mí evolución, he de decir que aún queda camino por vivir para alcanzar futuras metas que me hagan sentir mariposas en mi corazón. Que quedan muchos huellas por marcar en la arena de mi playa. Que aún quedan en mi semillas por brotar. Por ello, he de seguir con mis terapias (fisioterapia, terapia ocupacional y fisioterapia suelo pélvico) más una más (Gimnasio 3 hora semanales) para llegar a valorar más la belleza de la superación.

Sheila J. G.