En la vida, muchas veces nos
encontramos en momentos donde nuestra propia superación nos permite situarnos
en contextos novedosos, llenos de abismos sin resolver y muchas experiencias
por vivir.
Hoy aquí, en este blog, quiero
expresar mi nueva experiencia de superación, vivida gracias a mi rehabilitación
y el nuevo pasito que he dado tanto a nivel físico como personal. Para ello, debo
situarme y situaros en ese contexto de superación planteado lleno de abismo e
incertidumbre formado por una sala de paredes blancas, gente alrededor, diverso
muebles y una simple y compleja pelota de fitness amarilla en la cual me hayo
sentada. Por primera vez, y desde hace 16 años, me siento en una
superficie tan inestable que me hace sentirme ilusionada y me recuerda a cuando
era pequeña e intentaba ponerme de pie en una colchoneta y las olas del mar me
arrastraban de un lado a otro. Recuerdo que aquello era tan inestable que caí más
de una vez por permanecer encima de ella, pero entonces, mi constancia y mi
fuerza me ayudaron a conseguirlo.
En ese momento, sentada en una simple y compleja
pelota amarilla y tras navegar por mis recuerdos, la situación me hace
estar entusiasmada, pero también me lleva a estar, en primera estancia,
insegura de mi misma, tanto como si de una muñeca de trapo aposentada en un
trozo de hilo tensado entre dos árboles se tratase, donde la inestabilidad del
momento y el descontrol de mi contexto, me sumergen en el mundo del pánico, la
desesperación y la impotencia. Mi mente se nubla, mi ser se vuelve mudo, mi
visión me traiciona y mi sentido de escucha se agudiza cada vez más. Una
situación llena de tensión y descontrol donde mí cuerpo no es responsable de
nada de lo que en ese momento debe de ser.
Por un instante paso de un contexto
de confort sentada en mi silla a una situación donde la búsqueda de
supervivencia debe ser desarrollada para controlar el desbarajuste que la
situación me crea.
Pero dentro de ese caos, un antifaz
rojo se apodera de mis ojos y hace que el sentido de la visión se envuelva
hacia mí, donde la oscuridad por un instante me hace encontrar la luz que me
abre la puerta a la resolución del control de la situación. Me lleva a pararme
en seco y reeducar mi mente para esta situación. Nace en mí las ganas de volver
a vivir y me sitúo en medio de la nada con grandes explosiones de color que
nacen de mis movimientos. Durante ese tiempo y sin esperarlo, mi cuerpo empieza
a ser más controlado y a pensar y actuar por él mismo. Ese cóctel explosivo da
color a mis movimientos que a su vez dan luz al abismo y la incertidumbre del
momento, haciendo que resurja el dominio de mi cuerpo y poco a poco me vaya
ensimismando en una calma interior que me ayuda a disfrutar y manejar el arte
de los movimientos que mi cuerpo establece y así poder ser el aire en el
viento.
Cada color, cada movimiento, me va
haciendo sentir más segura de mí misma y de mí situación. Me hace luchar yo
sola por sobrevivir. Me lleva a sentir que soy yo quien maneja los hilos de mi
cuerpo para alcanzar la estabilidad necesaria para estar sentada en esa pelota,
pues no sé ni donde están esos estímulos que antes visualizaba como ayuda y ni
siquiera si hay alguien a mi alrededor para ayudarme. Solo la necesidad de
supervivencia ante la ignorancia de lo que pueda haber detrás de ese antifaz
hace que sea consciente de que puedo manejar la situación si actúo
correctamente y en equilibrio con todo mi cuerpo encadenando cada movimiento y
ejecución que en ese instante la situación me pide. Nace de nuevo en mí las
ganas de revivir tras las oscuridad y el silencio de no saber que hay detrás de
esa nada y viendo con una gran lupa toda aquellos movimientos llenos de tan
puros colores que emanan de mí y me ofrece el objetivo de poder controlar mi
propio cuerpo sentado en una hermosa pelota de fitness amarilla.
Vuelvo aprender a través de mi
estancia aquí, que la dedicación a mis terapias y la involucración de mis
terapeutas hacia el progreso de mi evolución, me hace crecer como persona y ganar
más autonomía, siendo más responsable de todos los actos de mi cuerpo. Con esta
actividad, además de ganar más en estabilidad de tronco, ser consciente de mis
caderas y mis glúteos y la funciones que ejerce, fortalecer mis piernas, cuádriceps,...entre
otras funciones que unidas hacen que mi estabilidad sea más estable, me lleva a
obtener una aprendizaje emocional, donde me demuestra que en realidad el abismo
era la ignorancia de no saber que en mi interior está siempre la resolución
ante un problema. Que a veces, entre
tanta tormenta, es necesario cerrar los ojos para escuchar lo que nuestro
cuerpo quiere contarnos para hallar nuestro camino, siendo nosotros mismos los
que manejemos los hilos de nuestro cuerpo, para así, hacernos un verdadero
artista de nuestro propio destino, escuchando con el alma la experiencia de las
vivencias de nuestro corazón y el razonamiento de nuestro cuerpo y mente, y así,
sea cual sea nuestra situación, podamos obtener una bella superación. Porque
como bien dijo Gandhi "tenemos que ser nosotros las expresión de nuestra
preposición".
Por último, quiero dar las gracias
de nuevo a todos y cada una de las personas que posibilitan que este aquí
viviendo cada una de estas experiencias y a ese duendecillo que en un momento
de mi sección me puso un antifaz y me hizo volar entre las diversas sensaciones
de mi cuerpo y la satisfacción de mi mundo fantástico de libertad, recordándome
en silencio que hay que inculcar el arte de aprender a pensar deteniéndose en
los detalles mínimos del cuerpo, porque aprender sin pensar es un trabajo
ausente.
De nuevo la vida me susurra que cuando escucho lo
que hay en mí interior, mí pecho se me encoge y una idea de luz me expande al
mundo dándome color y movimiento a todo lo que me rodea, llevado con el vaivén
de mí respiración.
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