miércoles, 13 de julio de 2016

"Aprendiendo a mirar donde ya mire y tratando ver lo que aún no vi"

Después de unas sesiones más de aprendizaje en este camino que estoy recorriendo, mi mente divaga entre los recuerdos de sesiones de diversas terapias y me lleva a recordar que a veces algo que se ha llevado a cabo de la misma manera siempre, no quiere decir que sea la forma correcta, ni que no existan mejores maneras de llevarlo.  Junto a ello  acude a mi mente mi mente por un instante la frase del poeta y escritor Pablo Neruda "El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas de su error" .

Tras este pensamiento, empiezo a dar valor y significado a esa frustración que en ese mismo instante había sentido, debido a mis propios impedimentos para llevar a cabo el estiramiento de mi brazo mientras estaba tumbada en una camilla, o mediante la ejecución de mantener erguida mi espalda mientras me mantengo de pie en el plano o sentada en la silla sin respaldo, o cuando realizo descargas de peso sobre mis codos mientras estoy sentada en una camilla...

Imagina por un momento una habitación situada al final de un pasillo con una puerta en gris, esa puerta se abre y en su interior se encuentra: una mesa rectangular en el centro, donde hay gente a tu alrededor trabajando, junto a ella una camilla pegada a una pared blanca y en ella, en la camilla, tu cuerpo recostado bocarriba. Como buen espectador, observas y percibes que dentro de la habitación hay varios estímulos de distracción (ruido, fotos, conversaciones...)  pero en ese preciso instante, el contexto que habita a su alrededor desaparece, quedando solo la presencia de la visualización de tu cuerpo recostado en la camilla, una voz que te susurra la ejecución que debes hacer con tu brazo y la percepción y visualización de la ejecución del movimiento a realizar.

Esa, precisamente esa concentración y esfuerzo mental que acabas de hacer, es el que debo de llevar a cabo mediante mi actividad muscular. Debo de ver cómo cada uno de mis músculos hilvanan uno por uno en la ejecución de un movimiento, en ese mismo lugar y en esa misma camilla. Esa observación guiada desde lo más profundo de la ejecución del movimiento hasta el más perceptivo, que es la ejecución del movimiento, da sentido a todas aquellas limitaciones que habitan en mí como un hábito automatizado, haciéndome ver y llevar a cabo el movimiento que realmente debo ejecutar, a través del aprendizaje explicito e implícito (consciente e inconsciente) de aquello que hice bien o hice mal. 

De nuevo, la vida me ofrece un paréntesis de reflexión y de detención del tiempo, donde permite ser espectadora y protagonista de la observación de mi interior, donde la serena voz que desde el exterior, y ajena a mí  y a mi ser, me guía, va calmándome la ansiedad que habitaba en mí ante el proceso al que me enfrento, cultivando la verdadera semilla que hay que plantar para poder obtener una buen ejecución del movimiento que ese momento realizo, mediante la consciencia de aquellos pasos que he de seguir y actos que juegan como un hándicap, para llegar hacia un objetivo.

Con ello, a través de la percepción de mis errores, mi ser va aprendiendo, que a veces la vida va del revés, y que debemos pararnos en el momento y observar, que no se debe ser precipitado, porque el correr te puede hacer olvidar no solo donde estas y que debes de hacer, sino, hacia dónde vas.  Que el llegar a realizar una acción (poner un vaso en una mesa, una foto en una repisa...) no es solo depositar o hacer aquello que queremos, si no, que el proceso de acción tiene más o igual importancia que el llegar a cabo el objetivo marcado.  

Todo ello se extrapola en esta aventura, y se convierte en el dialecto de mi cuerpo para así llegar a obtener una verdadera realidad en mi mundo actual.  Me hace ver dónde está la ciencia de la evolución y la superación, el aprendizaje y el valor. Me guía en mi hazañas, haciendo ver que el comienzo no tiene porque ser perfecto, pero que tiene que existir un comienzo para que ocurra algo bueno.

Además, durante esta aventura, me doy cuenta de que lo imposible en esta vida, es solo aquello que el ser humano no intenta hacer, es decir, el ser humano tiene la capacidad de poder cambiar su acción mediante el cambio del pensamiento y con ello hacer un reajuste en su destino, haciendo de aquello que no se hacía, que se pueda hacer.  Por ejemplo yo he pasado de no poder peinarme a peinarme sola, de no poder vestirme sola de arriba a vestirme, de no saber que podía sentarme sin apoyos a sentarme, de no poder coger y lanzar una pelota a lanzarla, de no tener fuerza en mis brazos a tenerla, de no saber bajar mis pies de los posapies a bajarlos e intentar subirlos y colocarlos, de no desmontar mi silla a hacerlo y montarla... de tantos no saber he pasado a saber por el  simple hecho de mi propia exposición y reeducación. Mediante la observación de la esencia de aquello que quiero hacer., porque a veces la presencia de un gesto, una palabra o una pequeña mueca de tu cuerpo hace que te cambie el resto de tus días.

Como bien dijo Gandhi "Cuida tus pensamientos porque se convertirán en actos. Cuida tus actos porque se harán costumbres. Cuida tus costumbres porque formaran tu carácter. Cuida tu carácter pues establecerá tu destino. Cuida tu destino porque será tu vida"


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