lunes, 26 de diciembre de 2016

"La inspiración en el viaje"

Desde hace unos años, la vida me ha ido demostrando mediante lecciones magistrales qué significa amar, respetar, añorar, soñar, desear, valorar, olvidar, luchar y llorar. Me ha ido ofreciendo reglas para apreciar el silencio, la alegría, la tranquilidad, la autonomía y la soledad. Y poco a poco, me va abasteciendo de aquello que en cada momento he necesitado o necesito aprender y saber para ir sobreviviendo en mis hazañas.

A través de ello, he observado, que esta vida pasajera en la que vivimos está formada mediante capítulos que van y vienen navegando por las aguas de nuestro mar, viéndose muy influenciados por los diversos timones que manejan nuestro barco, como pueden ser: la honestidad, la creatividad, la ética, la exigencia, la paciencia, el optimismo, la sinceridad, la lealtad, la organización, la voluntad, la superación, la constancia ante algo, u otras cosas, que van conformando nuestro ser. 

Ante ello, podría decir que mi ser, está forjado por una diversidad de capítulos, y que cada uno de ellos me ha ido enseñado algo distinto. Podría decir que, como si de un libro se tratase mi vida, a través de mis capítulos, voy dando forma, color y sentido a todo aquello que me rodea, eligiendo entre dar la vuelta a la página y seguir escribiendo hazañas complementarias o empezar un nuevo capítulo. Evidentemente, y como diría el anciano sabio, ni todos estos capítulos son lindas rosas, ni todas las flores tienen espinas.

Actualmente, mi historia se narra desde la objetividad de mis antiguas escrituras y la creación de una nueva que complementa lo que ya sé, llevándome a sentirme más segura y más satisfecha de mi día a día, dándome la oportunidad de escribir historias desde la creatividad del esfuerzo, la amistad, la constancia, el trabajo, la añoranza, el aprecio y el amor  por lo que hoy puedo ser, tener y vivir.

Mi último capítulo de este año, se ha forjado en tierras gallegas. Como si de un rompecabezas se tratase, y poco a poco, mis avances se han ido formándose a través del sentido que el amor da a la lucha de superar todo aquello que en este transcurso me ha ocurrido. He de echar la vista hacia atrás, para refrescar mí memoria y ver que fuí en búsqueda de autonomía y de superación persona a Santiago de Compostela. Que al llegar, no podía peinarme, vestirme, sentarme en el filo de una cama, no tenía fuerza en mis brazos, no movía mis piernas, no tenía apenas sensibilidad... No era capaz de hacer tantas cosas, pero, que poco a poco y como si de un lindo arcoíris en el cielo se tratase, cada parte de mi cuerpo iba tomando cada vez más sentido. Que con calma, la vida me sumergía en sensaciones que creía perdidas, llegando a conseguir parte de esos sueños que tanto había aullado entre llantos a la luna azul y que tantas noches mis sueños me habían desvelado por esos deseos de superación. Era todo tan surrealista como realista a la vez, que aún a día de hoy, tengo miedo despertar y que todo lo que he recuperado sea un simple sueño de esperanza.

Era tan difícil el creer volver a sentir que eres capaz de recoger un pañuelo del cuello que se ha caía al suelo. Era imposible poder experimentar ponerte un pantalón, una camiseta, una rebeca o chaqueta, un sujetador, unos calcetines, una zapatilla... por mí sola. Pero gracias a esta oportunidad que la vida me quiso dar, llegó a mí nuevas sensaciones que hacía años no sentía. He alcanzado metas que me han hecho sentirme dueña de mi propia vida, capaz de decidir por mí misma. Algo como poder llegar a un sitio y ponerte o quitarte una chaqueta porque te dé frío o calor, me ha hecho sentirme feliz.

Por ello no puedo evitar sentirme nostálgica por la partida de este lugar que me hizo evolucionar con vivencias llenas de historias donde la relación humana toma gran importancia y mi rumbo da un sentido de amistad, lucha, superación y agradecimiento por los que se me ofrecía y me ofrece en este instante la vida. Es inevitable sentir que mi garganta tiemble y se me nublan los ojos al saber que aún mi cuerpo puede dar más, pero mí economía no me impide luchar. Da dolor saber, que mi alma llora desconsolada, pues no sabe cuándo podrá volver a la tierra que le hace crecer. Pero a pesar de ello, he de vivir cada día, aprovechando la sabiduría de mi pasado, dejando que el futuro llegue en el tiempo adecuado, aunque ahora el cielo esté rasgado, se levante viento y el mar se vuelva picado, pues esto hará que el marinero se convierta en el capitán del barco y la felicidad llegue de la mano.

Por todo esto vivido, he de agradecer, a esos que cada día viven junto a mí todos los pasos que mi ser va dando en la orilla de este nuevo mar. A esos que me abrieron las puertas de su casa y me la ofrecieron como propia y ahora son  parte de mi familia. A esos que hacen, que mi estancia en Galicia sea liviana a través de su compañía y sus sonrisas. A esos que hacen que las olas de este mar sean más fáciles de navegar. A esos que me hicieron luchar  por un paso más hacia la libertad.

Gracias por dejarme sentir que nunca puedo olvidarme de sonreír,  pues ello dará paciencia para ver madurar los frutos que en mí vida están y poder así apreciar su dulzura. Dulzura que me dará el cambio de mi mundo.

La vida es tan incierta, que la felicidad debe ser aprovechada en cada momento que se presta, adorando todo aquello que se tiene, porque poco a poco todos los mares se serenan y todas las piezas de un puzle encajan.



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