Hoy, 18 de septiembre, un día marcado en mi calendario por una vivencia del pasado y una realidad del presente, me hace escribir unas palabras a aquella que me acompaña día a día.
A ti
mi compañera te digo...
Que hoy
miré dentro de mí y ví que algo ha cambiado ya. Ví que no
camino con rencor en mi piel y ni te juzgo por estar.
Que
hoy pude observar desde la distancia como me hiciste llorar, como bebí del jugo
de tu crueldad. E incluso, como me dejé llevar en ocasiones por la riada de
melancolía que tu presencia marco.
Que tengo
presente que gracias a tí sé ver y aceptar que hoy es hoy, que el ayer es
pasado y que el futuro es un sueño que se empieza a construir en el presente.
Hoy te
puedo decir, que miré dentro de mí y ví que aprender a vivir es saber
descubrirse a sí mismo tras actuar en el dolor de las heridas hirientes que
cambian nuestra visión dejando paso a nuestra propia superación.
Hoy
puedo decir que gracias a ti, me entregué a la vida para sentir y vivir. Que al
verte así, sin disfraz ni ataduras, se abren en mi vida lindos ventanales
donde el sol traspasa recorriendo cada trozo de mi piel, haciendo que dentro de
mí salten chispas de emoción evacuando mis miedos y dejando paso
a toda la ilusión que tengo dentro.

Hoy
te narro sin que mi voz se quiebre, que comprendí junto a ti que la vida es difícil
si tú quieres verla así, porque una vez que la comprendemos y la aceptemos realmente
dejamos de tener dificultades y solo tenemos vivencias.
Hoy gracias a tí puedo decir, que soy una
humilde soldada con ropaje viejo lleno de sabiduría, junto con un diario
repleto de batallas liberadas y una pluma por arma.
Y
por último, solo por ser hoy día en el que cumples tu mayoría de edad junto a
mí, te digo mujer de mis mil batallas, brindo por que hayas sido tú quien me ha convertirte en el ave fénix que deja atrás el manto de
ceniza del pasado.
Felicidades
por hacerme renacer.
Sheila
J. J.
No hay comentarios:
Publicar un comentario