Después de unas
sesiones más de aprendizaje en este camino que estoy recorriendo, mi mente
divaga entre los recuerdos de sesiones de diversas terapias y me
lleva a recordar que a veces algo que se ha llevado a cabo de la misma manera
siempre, no quiere decir que sea la forma correcta, ni que no existan mejores
maneras de llevarlo. Junto a ello acude a mi mente mi
mente por un instante la frase del poeta y escritor Pablo Neruda "El
triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas de su error" .
Tras este pensamiento,
empiezo a dar valor y significado a esa frustración que en ese mismo instante
había sentido, debido a mis propios impedimentos para llevar a cabo el estiramiento
de mi brazo mientras estaba tumbada en una camilla, o mediante la ejecución de
mantener erguida mi espalda mientras me mantengo de pie en el plano o sentada
en la silla sin respaldo, o cuando realizo descargas de peso sobre mis codos
mientras estoy sentada en una camilla...
Imagina por un momento una habitación situada al
final de un pasillo con una puerta en gris, esa puerta se abre y en su interior
se encuentra: una mesa rectangular en el centro, donde hay gente a tu alrededor
trabajando, junto a ella una camilla pegada a una pared blanca y en ella, en la
camilla, tu cuerpo
recostado bocarriba. Como buen espectador, observas y percibes que dentro de la
habitación hay varios estímulos de distracción (ruido, fotos,
conversaciones...) pero en ese preciso instante, el contexto que habita a
su alrededor desaparece, quedando solo la presencia de la visualización de tu
cuerpo recostado en la camilla, una voz que te susurra la ejecución que debes
hacer con tu brazo y la percepción y visualización de la ejecución del
movimiento a realizar.
Esa, precisamente esa
concentración y esfuerzo mental que acabas de hacer, es el que debo de llevar a
cabo mediante mi actividad muscular. Debo de ver cómo cada uno de mis
músculos hilvanan uno
por uno en la ejecución de un movimiento, en ese mismo lugar y en
esa misma camilla. Esa observación guiada desde lo más profundo de la ejecución
del movimiento hasta el más perceptivo, que es la ejecución del
movimiento, da sentido a todas aquellas limitaciones que habitan en mí como un
hábito automatizado, haciéndome ver y llevar a cabo el movimiento que realmente
debo ejecutar, a través del aprendizaje explicito e implícito (consciente e inconsciente) de
aquello que hice bien o hice mal.
De nuevo, la vida me ofrece un paréntesis de
reflexión y de detención del tiempo, donde permite ser espectadora y
protagonista de la observación de mi interior, donde la serena voz que desde el
exterior, y ajena a mí y a mi ser, me guía, va calmándome la ansiedad que
habitaba en mí ante el proceso al que me enfrento, cultivando la verdadera
semilla que hay que plantar para poder obtener una buen ejecución del
movimiento que ese momento realizo, mediante la consciencia de aquellos pasos
que he de seguir y actos que juegan como un hándicap, para llegar hacia un
objetivo.
Con ello, a través de
la percepción de mis errores, mi ser va aprendiendo, que a veces la vida va del
revés, y que debemos pararnos en el momento y observar, que no se debe ser
precipitado, porque el correr te puede hacer olvidar no solo donde estas y que
debes de hacer, sino, hacia dónde vas. Que el llegar a realizar una
acción (poner un vaso en una mesa, una foto en una repisa...) no es solo
depositar o hacer aquello que queremos, si no, que el proceso de acción tiene
más o igual importancia que el llegar a cabo el objetivo marcado.
Todo ello se extrapola
en esta aventura, y se convierte en el dialecto de mi cuerpo para así llegar a
obtener una verdadera realidad en mi mundo actual. Me hace ver dónde está
la ciencia de la evolución y la superación, el aprendizaje y el valor. Me guía
en mi hazañas, haciendo ver que el comienzo no tiene porque ser perfecto, pero
que tiene que existir un comienzo para que ocurra algo bueno.
Además, durante
esta aventura, me doy cuenta de que lo imposible en esta vida, es solo aquello
que el ser humano no intenta hacer, es decir, el ser humano tiene la capacidad
de poder cambiar su acción mediante el cambio del pensamiento y con ello hacer
un reajuste en su destino, haciendo de aquello que no se hacía, que se pueda
hacer. Por ejemplo yo he pasado de no poder peinarme a peinarme sola, de
no poder vestirme sola de arriba a vestirme, de no saber que podía sentarme sin
apoyos a sentarme, de no poder coger y lanzar una pelota a lanzarla, de no tener
fuerza en mis brazos a tenerla, de no saber bajar mis pies de los posapies a
bajarlos e intentar subirlos y colocarlos, de no desmontar mi silla a hacerlo y
montarla... de tantos no saber he pasado a saber por el simple hecho de
mi propia exposición y reeducación. Mediante la observación de la esencia de
aquello que quiero hacer., porque a veces la presencia de un gesto, una palabra
o una pequeña mueca de tu cuerpo hace que te cambie el resto de tus días.
Como bien dijo
Gandhi "Cuida tus pensamientos porque se convertirán en actos.
Cuida tus actos porque se harán costumbres. Cuida tus costumbres porque
formaran tu carácter. Cuida tu carácter pues establecerá tu destino. Cuida tu
destino porque será tu vida"