Inicio mi sesión de
terapia ocupacional con una meta clara para mi terapeuta, posicionarme de la
misma manera que cuando un bebé intenta gatear, es decir, en postura cuadrupeda
sobre una camilla. En ese momento mi mente se llena de dudas y preguntas de si
realmente seré capaz de experimentar eso. Es una postura que en mi mente está
clara su visualización, pero... la sensación de mi cuerpo es tan difusa
para mi, pues desde hace quince años y cinco meses mi cuerpo no se
posiciona así, y mis músculos no recuerdan esa sensación y por ello, la duda
surge de inmediato en mi. Pero sin mediar más palabra y sin llegar a evaluarme
más si si o si no, et voilá!!! de repente, la sensación ausente se convirtió en
presente. Por unos instantes aquello que sólo se presenciaba en mí mente, ahora
era algo real. Por sorprendente que me pareciera, lo estaba viviendo, no
era un sueño. Mis rodillas flexionadas, mi glúteos apontocados en la planta de
mis pies, mi tronco junto a mi pelvis y mí contracción abdominal, de brazos, de
piernas... hacen que lentamente y con ayuda, me vea posicionada en esa postura
que de la nada emergió. Y así en ella, poco a poco, se va desplazando hacia
adelante y hacia atrás mi cuerpo, dando el movimiento que desde hace años no
había vuelto a experimentar.
Así, poco a poco, la
situación me invade llenando el momento de esfuerzo y plenitud y haciéndome ver
que todo ser humanos que tenga presente todo lo que su mente pueda concebir,
todo su cuerpo lo podrá conquistar.
Hoy día 19 de mayo, de
nuevo, he vuelto a realizar esa misma posición. Durante ella mi mente fue
divagando por cada una de las sensaciones que iban marcando la situación,
evaluando cada postura y cada movimiento desde el principio hasta el final.
Durante ese momento, he
podido percibir, como el inicio de la atención hacia la acción que quería
realizar (por ejemplo el de balancear mi cuerpo hacia delante) hasta que
mi cuerpo reaccionara e intentara avanzar hacia la dirección que en ese momento
quería posicionar. Notaba como cada músculo poco a poco y mediante el aguante
de la resistencia del esfuerzo, iba involucrando cada vez más partes de mi
cuerpo para ir hacia donde quería ir, llevándome a experimentar sensaciones
dulces y amargas, selladas por el querer y el poder, por el hacer y el no poder
y por la ilusión y el esfuerzo de la superación. Sensaciones, que se mecían con
el cantar de mi inhalación y exhasalación dando paso a momentos en los cuales
yo era quien tomaba las riendas de la situación.
Durante esta postura,
en los momentos donde mi espalda y cabeza debían situarse en la posición que
era más adecuada, es decir, cuando se tenía que mantener recta la espalda y
hacia arriba la cabeza, para con ello optar a posicionar la curva correcta de
nuestra espalda. De esta forma podía sentir cómo cada uno de mis músculos iban
posicionándose progresivamente tomando su relevancia en los momentos adecuados,
dando así paso a un dolor placentero por toda mi columna, desde el
Después de esta
experiencia, al volver a la posición inicial (sentada en la camilla), mi cuerpo
se veía sumergido en un estado de calma. Podía sentir que mi tronco no pesaba,
que mis brazos tampoco y que por ello, todos mis movimientos en ese momento
eran más fluidos. Notaba como si mi tronco estuviese más erguido y más fuerte.
Mi ser en ese instante levitaba suavemente en un estado donde la fragancia de
un esfuerzo daba como resultado a mi cuerpo la misma armonía y sencillez que
obtiene una pluma al caer.
Pero además de ver y
percibir las sensaciones de bienestar y esfuerzo, con esta reflexión, he podido
ver dónde están las carencias de mi cuerpo para mejorar. Ahora, aún soy más
consciente de la debilidad de mi lado derecho y la fortaleza de mi lado
izquierdo, haciéndome más consciente de qué lado debo estar más pendiente en
ejercitar la próxima vez. Me hace plantearme la manera de posicionarme para que
equilibre la posición de mis brazos y realice un trabajo equitativo con ambos.
Así como que realmente el movimiento se lleva a cabo mediante la permanencia de
un esfuerzo continuo de resistencia en los músculos, y no sólo de una descarga
de impulso y de la ejecución de una acción.
Y he aquí,
una reflexión, de una de mis sesiones, donde la creatividad de la
actividad y la valentía de llevarla a cabo hace que emanen en mí tanta
diversidad de emociones y sensaciones, haciéndome que valore aún más la
aventura que estoy viviendo. Por lo que en este mundo, hay que tener en cuenta,
que, que es bonito disfrutar de las cosas pequeñas que la vida nos va
deparando, porque llega un día y te das cuenta que esas cosas que creías más
pequeñas, en realidad son las más grandes de tu vida. Porque como dicen
los sabios... para ser grande antes tienes que ser pequeño e ir creciendo ante
las adversidades.