Para ello, me surgen preguntas tales
como: ¿Cómo empezar a narrar una sensación compleja de un progreso que no ves?
¿Qué palabras son las más adecuadas para describir la situación actual en la
que me encuentro? ¿Cómo hacer llegar la realidad de la situación sin alterarla?
Son preguntas que renacen en mi, al
escribir y querer compartir con el resto del mundo aquello que hoy me hace
sentir más viva y capaz de valorar todo aquello que me rodea.
Actualmente me encuentro en un estado
donde realizo exhaustivas evaluaciones sobre mí misma y quién soy. Sobre lo que
soy capaz de hacer y lo que no hago y pudiera hacer. Me siento y aprendo día a
día a observar la ejecución de un buen movimiento, como un verdadero detective
en la escena de un crimen, teniendo una estimulación externa e interna que me
hace ser cautelosa, realista y crítica con mi observación.
Pero a pesar de ello, he de
reconocer que me es difícil plasmar mi progreso mediante palabras. Que me es
difícil evaluarme sin ser injusta con mí evolución y sin cometer incorrecciones
en esta descripción.
Estos días atrás, me he centrado en
hablar de mis cambios a nivel perceptivo y en el conocimiento de esos músculos
existentes físicamente en mi cuerpo, pero que han estado ausentes en mi proceso
de ejecución hasta ahora. Músculos que se asemejan a aves fénix renaciendo de
sus propias cenizas que permiten que realice actos que antes no podía realizar.
Hoy, he de seguir hablando de la percepción y conocimiento de mis músculos,
junto con la coordinación del movimiento y su aparición en mis pensamientos.
Para ello, he de empezar dando el significado de lo que es para mí la
coordinación del movimiento y el pensamiento de mi conciencia, pues son las
protagonistas que hacen que día a día, mi estructura vaya evolucionando y todo
lo que me rodea tome un sentido.
Cuando hablo de coordinación, hablo de
una ejecución que conecta medios, esfuerzos, movimientos etc., para llevar a
cabo una acción común. Es una capacidad de los músculos para sincronizar una
trayectoria y un movimiento, donde juega una gran importancia la intención de
realizar la acción, mediante una contracción de diversidad muscular y la
participación del cerebro, en el inicio y final de dicha operación. De ahí la importancia del pensamiento y la
conciencia.
Todo ello, hace que
me plantee la siguiente pregunta....
¿y el pensamiento?.... Pues según lo veo yo, es todo aquello que se hace a
través de una visualización mental de una situación. Es aquello que trae la
existencia de todo lo que da sentido a nuestra mente. Es la activación de la
racionalidad de un movimiento imaginado y sentido como ejecutado. Es algo
racional, creativo y artístico, que se opera mediante nuestro conceptos,
razonamientos y aprendizajes.
Esto es para mí la coordinación y el
pensamiento.
Y diréis, ¿qué aportan la
coordinación y el pensamiento a mi rehabilitación?... pues diría que me sumerge
a una evaluación correcta de mi misma y de la ejecución de un movimiento. A un
gran conocimiento de mi ser interior para poder reflejarlo en un simple
movimiento de un brazo, una mano, un giro de muñeca, un movimiento de pie, un
estiramiento de mi tronco... Hace que pueda moldear una situación donde por un
instante mi mundo se para y me dejo llevar por un diálogo entre mi mente y mi
cuerpo donde florece y se forja una acción. Una acción que voy marcando con los
ritmos de mi corazón. Ritmos que van
sonando desde la rabia, el coraje, la impotencia y la insatisfacción del duro
comienzo de la nada a la conciencia de ser algo; hasta una calma que está velada por la crítica
constructiva que me hace componer la melodía de la recompensación mediante el
esfuerzo y la satisfacción.
Te invito a que
experimentes esa sensación, observando que le ocurre a tu cuerpo en la una
ejecución de un movimiento, mientras permaneces leyendo en tu ordenador, tu
móvil o tu tablet, esta historia que te narro. Desde esa
posición en la que te encuentras, sitúate y piensa que tu brazo izquierdo (si
eres zurdo) o tu brazo derecho (si eres diestro), no lo puedes manejar, solo
puedes usar la mano y brazo contrario que hasta ahora tu manejas habitualmente.
Una vez mentalizado, intenta coger un objeto que este situado al lado contrario
del brazo que decidiste que ibas a mover. Durante este proceso debes detenerte
en pensar cómo vas a realizar los diversos movimientos que harán que tu brazo y
tu mano sigan llevando a cabo esa acción.
Eso, precisamente eso, es lo que
hace que llegue a la ejecución de una acción. Un ejemplo de ello lo veo al
sentarme en el filo de una camilla o en un banco de madera, con mis pies
apontocados en el suelo, sintiendo el contacto con el suelo, como si de una
dulce caricia se tratase, a la misma vez que evalúo y siento mis piernas, mi
cadera, mi abdomen, mis pectorales, mi cuello, mis brazos, mis manos y todo mi
ser, sumergidos en el debate de una coordinación del movimiento y mi
pensamiento; para combatir la lucha por sobrevivir a la gravedad del contexto y
saborear la libertad del movimiento.
Pero esto no es de hoy a mañana. No
es algo que se piensa y sale. Ni es fácil de ver, evaluar, o sentir... No, no
lo es. Hay días en que me siento incapaz de realizar un ejercicio, una acción,
una tarea... Hay momentos en el que el miedo y el bloqueo por segundos o
minutos, que se hacen presentes en mi mente, y me juegan malas pasadas. Y hay otros momentos donde esa
situación hace que mi mente gire y de repente por alguien o por algo externo
hace que mane, de mi interior unas sensaciones que me trasladan a la
experiencia que habita en mi interior, y puedo ver que la verdadera
libertad se obtiene cuando comienzas a comprender quien eres y lo
que puedes llegar a ser, y eso solo se alcanza con nuestra superación. Con ello
empiezas a ver la sencillez de la felicidad, gracias a un simple ejercicio y a
una dura evaluación.
Porque la vida a veces duele, a
veces cansa y a veces hiere. Porque la vida no es fácil, no es coherente, no es
perfecta, ni es eterna. Pero a pesar de ello... la vida es bella y hay que vivirla,
buscando la felicidad, con la ausencia de nuestros miedos. Y así, nuestros
pequeñas acciones, serán nuestros grandes proyectos. En mi caso mi pequeña
acción es la conciencia y el debate de estabilizar conscientemente todos los músculos que componen mi espalda
para dejar sueltos mis brazos y poder manipularlos sin tensión ni compensación
en la ejecución de una acción, los cuales van tomando cada día más relevancia,
ser capaz de ir dando fuerza y coordinación a los movimientos que durante mi
evolución vayan surgiendo, para que ello
se convierta en una acción automatizada
y así alcanzar mi gran proyecto, conseguir la nueva reeducación de mi cuerpo.
Pero como todo en esta vida, para
avanzar en mi desarrollo personal, tendré que
lanzarme al mar, y así mi barco aprenderá a navegar.
Hoy, viajando en mi interior, he podido observar que no es
fácil reeducar un cuerpo que desde hace 15 años vive sumido en una costumbre y
en unas hazañas para sobrevivir. Que lo que creemos que no podemos hacer, es
simplemente un límite que nuestra conciencia utiliza para negar una acción que
ni ella misma sabe que podría hacer.
He podido reparar en que al pararse
a pensar y evaluar, con mayor realidad, aquello que realmente no hacemos, encuentro
respuestas para esto. Puede ser porque realmente no lo sabemos hacer, porque no
tenemos las herramientas suficientes para llevarlo a cabo, o porque ni si
quiera pensaste en hacer, pues total ya te lo hacen. Es decir, el ser humano
siempre busca una escusa, real o ficticia, para excusarnos de aquello que ni si
quiera hemos intentado hacer. En nuestra mano esta cambiar ese proceso de
nuestro camino. Porque...