domingo, 10 de abril de 2016

"La reflexión es la esencia de lo que fue vivido y asimilado"

Sentada delante de mi ordenador, intento calmar mí mente para ser capaz de describir, con la mayor realidad posible, mis pasos en esta clínica gallega. Mi mente divaga a través de mis pensamientos, que narran mis momentos vividos, para intentar resumir, con humildes palabras, las pisadas dadas en mi tratamiento.


Para ello, me surgen preguntas tales como: ¿Cómo empezar a narrar una sensación compleja de un progreso que no ves? ¿Qué palabras son las más adecuadas para describir la situación actual en la que me encuentro? ¿Cómo hacer llegar la realidad de la situación sin alterarla?

Son preguntas que renacen en mi, al escribir y querer compartir con el resto del mundo aquello que hoy me hace sentir más viva y capaz de valorar todo aquello que me rodea.

Actualmente me encuentro en un estado donde realizo exhaustivas evaluaciones sobre mí misma y quién soy. Sobre lo que soy capaz de hacer y lo que no hago y pudiera hacer. Me siento y aprendo día a día a observar la ejecución de un buen movimiento, como un verdadero detective en la escena de un crimen, teniendo una estimulación externa e interna que me hace ser cautelosa, realista y crítica con mi observación.

Pero a pesar de ello, he de reconocer que me es difícil plasmar mi progreso mediante palabras. Que me es difícil evaluarme sin ser injusta con mí evolución y sin cometer incorrecciones en esta descripción.

Estos días atrás, me he centrado en hablar de mis cambios a nivel perceptivo y en el conocimiento de esos músculos existentes físicamente en mi cuerpo, pero que han estado ausentes en mi proceso de ejecución hasta ahora. Músculos que se asemejan a aves fénix renaciendo de sus propias cenizas que permiten que realice actos que antes no podía realizar.

Hoy, he de seguir hablando de la percepción y conocimiento de mis músculos, junto con la coordinación del movimiento y su aparición en mis pensamientos. Para ello, he de empezar dando el significado de lo que es para mí la coordinación del movimiento y el pensamiento de mi conciencia, pues son las protagonistas que hacen que día a día, mi estructura vaya evolucionando y todo lo que me rodea tome un sentido.

Cuando hablo de coordinación, hablo de una ejecución que conecta medios, esfuerzos, movimientos etc., para llevar a cabo una acción común. Es una capacidad de los músculos para sincronizar una trayectoria y un movimiento, donde juega una gran importancia la intención de realizar la acción, mediante una contracción de diversidad muscular y la participación del cerebro, en el inicio y final de dicha operación.  De ahí la importancia del pensamiento y la conciencia.

Todo ello,  hace que  me plantee la  siguiente pregunta.... ¿y el pensamiento?.... Pues según lo veo yo, es todo aquello que se hace a través de una visualización mental de una situación. Es aquello que trae la existencia de todo lo que da sentido a nuestra mente. Es la activación de la racionalidad de un movimiento imaginado y sentido como ejecutado. Es algo racional, creativo y artístico, que se opera mediante nuestro conceptos, razonamientos y aprendizajes.

Esto es para mí la coordinación y el pensamiento.

Y diréis, ¿qué aportan la coordinación y el pensamiento a mi rehabilitación?... pues diría que me sumerge a una evaluación correcta de mi misma y de la ejecución de un movimiento. A un gran conocimiento de mi ser interior para poder reflejarlo en un simple movimiento de un brazo, una mano, un giro de muñeca, un movimiento de pie, un estiramiento de mi tronco... Hace que pueda moldear una situación donde por un instante mi mundo se para y me dejo llevar por un diálogo entre mi mente y mi cuerpo donde florece y se forja una acción. Una acción que voy marcando con los ritmos de mi corazón. Ritmos que van sonando desde la rabia, el coraje, la impotencia y la insatisfacción del duro comienzo de la nada a la conciencia de ser algo;  hasta una calma que está velada por la crítica constructiva que me hace componer la melodía de la recompensación mediante el esfuerzo y la satisfacción. 

Te invito a que experimentes esa sensación, observando que le ocurre a tu cuerpo en la una ejecución de un movimiento, mientras permaneces leyendo en tu ordenador, tu móvil  o tu tablet,  esta historia que te narro. Desde esa posición en la que te encuentras, sitúate y piensa que tu brazo izquierdo (si eres zurdo) o tu brazo derecho (si eres diestro), no lo puedes manejar, solo puedes usar la mano y brazo contrario que hasta ahora tu manejas habitualmente. Una vez mentalizado, intenta coger un objeto que este situado al lado contrario del brazo que decidiste que ibas a mover. Durante este proceso debes detenerte en pensar cómo vas a realizar los diversos movimientos que harán que tu brazo y tu mano sigan llevando a cabo esa acción.

Eso, precisamente eso, es lo que hace que llegue a la ejecución de una acción. Un ejemplo de ello lo veo al sentarme en el filo de una camilla o en un banco de madera, con mis pies apontocados en el suelo, sintiendo el contacto con el suelo, como si de una dulce caricia se tratase, a la misma vez que evalúo y siento mis piernas, mi cadera, mi abdomen, mis pectorales, mi cuello, mis brazos, mis manos y todo mi ser, sumergidos en el debate de una coordinación del movimiento y mi pensamiento; para combatir la lucha por sobrevivir a la gravedad del contexto y saborear la libertad del movimiento.  

Pero esto no es de hoy a mañana. No es algo que se piensa y sale. Ni es fácil de ver, evaluar, o sentir... No, no lo es. Hay días en que me siento incapaz de realizar un ejercicio, una acción, una tarea... Hay momentos en el que el miedo y el bloqueo por segundos o minutos, que se hacen presentes en mi mente, y me  juegan  malas pasadas. Y hay otros momentos donde esa situación hace que mi mente gire y de repente por alguien o por algo externo hace que mane, de mi interior unas sensaciones que me trasladan a la experiencia que habita en mi interior, y puedo ver que la verdadera libertad  se obtiene  cuando comienzas a comprender quien eres y lo que puedes llegar a ser, y eso solo se alcanza con nuestra superación. Con ello empiezas a ver la sencillez de la felicidad, gracias a un simple ejercicio y a una dura evaluación.

Porque la vida a veces duele, a veces cansa y a veces hiere. Porque la vida no es fácil, no es coherente, no es perfecta, ni es eterna. Pero a pesar de ello... la vida es bella y hay que vivirla, buscando la felicidad, con la ausencia de nuestros miedos. Y así, nuestros pequeñas acciones, serán nuestros grandes proyectos. En mi caso mi pequeña acción es la conciencia y el debate de estabilizar conscientemente  todos los músculos que componen mi espalda para dejar sueltos mis brazos y poder manipularlos sin tensión ni compensación en la ejecución de una acción, los cuales van tomando cada día más relevancia, ser capaz de ir dando fuerza y coordinación a los movimientos que durante mi evolución vayan surgiendo,  para que ello se convierta en una  acción automatizada y así alcanzar mi gran proyecto, conseguir la nueva reeducación de mi cuerpo.

Pero como todo en esta vida, para avanzar en mi desarrollo personal, tendré que  lanzarme al mar, y así mi barco aprenderá a navegar. 

Hoy, viajando en  mi interior, he podido observar que no es fácil reeducar un cuerpo que desde hace 15 años vive sumido en una costumbre y en unas hazañas para sobrevivir. Que lo que creemos que no podemos hacer, es simplemente un límite que nuestra conciencia utiliza para negar una acción que ni ella misma sabe que podría hacer.

He podido reparar en que al pararse a pensar y evaluar, con mayor realidad, aquello que realmente no hacemos, encuentro respuestas para esto. Puede ser porque realmente no lo sabemos hacer, porque no tenemos las herramientas suficientes para llevarlo a cabo, o porque ni si quiera pensaste en hacer, pues total ya te lo hacen. Es decir, el ser humano siempre busca una escusa, real o ficticia, para excusarnos de aquello que ni si quiera hemos intentado hacer. En nuestra mano esta cambiar ese proceso de nuestro camino. Porque...